el monumental legado de la artista tamara djurovic

La artista argentina Tamara Djurovic, también conocida como Hyuro —ampliamente celebrada por su feminismo poético, murales a gran escala en el espacio público y reivindicación de las «mujeres invisibles» del mundo—, falleció en su casa en Valencia. Dado que pasó los últimos 10 años viajando, sus obras al aire libre a gran escala ahora están en todos los rincones del mundo, desde Brasil hasta Italia, España, Bélgica y los Países Bajos. A menudo representando a mujeres luchadoras, aquellas que luchan en su vida diaria, el trabajo de Hyuro expresa delicada y artísticamente sutiles experiencias personales. A continuación, compartimos y celebramos el legado de la artista con un vistazo a algunos de sus proyectos más significativos y una declaración de su familia.

Silencio. Las paredes hablan. Los muros de medio mundo están de luto. La mañana del 19 de noviembre falleció una de las muralistas más importantes de nuestro tiempo. Tamara Djurovic, artista argentina radicada en Valencia, ha trascendido este plano de la materia, dejando en sus pinceles un legado incalculable.

In/between de Hyuro | video cortesía de Simon Caspersen y Mark Pellegrini

Hyuro es sin duda una de las pocas artistas que ha conseguido abrirse paso en el terreno del muralismo internacional. Un terreno dominado por hombres y en el que sólo unas pocas mujeres han conseguido abrirse camino. Sin duda, Tamara es una de ellas. En los últimos 10 años ha viajado por medio mundo, trabajando en armonía con los múltiples contextos con los que se encontró. Ha desarrollado sus proyectos en Argentina, Brasil, México, Estados Unidos, Marruecos o Túnez, así como en gran parte de Europa. De España, aunque ha recorrido toda la península, es en Valencia donde desarrolló la parte más importante de su carrera.

Si bien muchas de sus obras se han desvanecido con el paso de los años, todavía podemos encontrar algunas de sus pinturas en el centro de la ciudad, en las paredes de lotes y paredes de edificios abandonados. También se conservan tres de los muros más icónicos de la ciudad: un homenaje a Jane Jacobs que pintó en 2019 en el barrio del Carmen, su participación en el proyecto Sense Murs, en el barrio de la Punta, con la figura gigante de una mujer defendiendo la huerta con tomates, así como su intervención en la fachada del edificio la Base, en el puerto deportivo, donde realizó una de sus conocidas escenas de multitudes.

El trabajo de Hyuro ha sido íntimo y muy personal. Su universo es inquietante y seductor; el lenguaje, sincero y cercano. Su cabeza eran sus manos, y la pintura, un regalo para las calles de la ciudad. Derivado de ello, sus murales destacan por la fuerza innata que reflejan esas mujeres, a veces sin rostro, que luchan en su día a día por salir adelante. Mujeres luchadoras que componen un discurso reivindicativo, político y con perspectiva de género; que nos habla de la vida cotidiana de forma delicada y artesanal.

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Hyuro no hablaba de ella… más bien, habló con ella. Usó la pared como un espejo en el cual buscarse constantemente y fue, en ese proceso infinito, en el que su pintura destiló el eco de esa conversación.

Al acercarnos a su obra, experimentamos la atracción de quien encuentra una ventana abierta. Hyuro nos da este regalo con cada pared que pinta, permitiéndonos conocer un poco más de ella, pero, sobre todo, un poco más de nosotros mismos.

En este ejercicio de reconocimiento nos encontramos ante la evidencia de que lo salvaje es un estado primigenio en el que todos somos iguales. Las personas que vemos en sus paredes no son nadie y somos cada uno de nosotros… Las mujeres, los lobos, los niños, los amantes… los otros. Sí, los otros.

Ella no pintaba en la calle. Ella habló a la calle. Y lo hizo con tanto respeto y cariño que somos nosotros quienes, cuando nos acercamos, pintamos las paredes a las que ella acababa de susurrar.

Tamara Djurovic se ha ido. El destino se la llevó. Después de un año evitando la enfermedad, se despidió como quiso: en su casa, con su música, en paz y tranquilidad; acompañada de sus hijos y seres queridos. Tamara Djurovic se ha ido. Pero, por suerte para nosotros, Hyuro sigue aquí, en cada cuadro, en cada ladrillo, en cada una de todas las historias que sus pinceles lograron revelar.