kurt hollander sobre la prohibición de coloridos rótulos en los puestos de comida callejera de la ciudad de méxico

kurt hollander sobre la prohibición de coloridos rótulos en los puestos de comida callejera de la ciudad de méxico

PUESTOS DE COMIDA CALLEJERA DESPOJADOS DE COLOR EN EL CENTRO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

 

A mediados de año, la alcaldesa de la delegación Cuauhtémoc en la Ciudad de México decidió prohibir los coloridos rótulos que adornaban miles de puestos ambulantes de comida, que han brindado al paisaje urbano «un aspecto distintivo, auténticamente mexicano durante décadas». Esta decisión ha hecho sentir a muchos vecinos, vendedores ambulantes y rotulistas (artistas comerciales que pintan a mano los gráficos en los puestos) que la identidad cultural de la ciudad se desvanece por la fuerza en «un borrado racista y clasista», comparte con designboom el escritor y fotógrafo Kurt Hollander.

 

Originario de Nueva York, Hollander vivió en la Ciudad de México más de 20 años, y desde el 2013 divide su tiempo entre la Ciudad de México y Cali, Colombia. En el siguiente ensayo, una adaptación de su próximo libro autobiográfico, From Downtown to el Centro, Hollander comparte una breve historia de los rótulos, su óptica acerca de la reciente decisión de la alcaldía y su impacto en la comunidad local. Lea el texto completo a continuación, junto con imágenes de los rótulos por Mario Pérez, pintor y fotógrafo del sur de Texas. Durante las dos últimas décadas, Pérez ha documentado el trabajo de rotulistas en ambos lados de la frontera, y especialmente los de la delegación Cuauhtémoc, en la Ciudad de México.

kurt hollander on mexico city's ban of all the colorful, hand-painted street stall signs

todas las imágenes por Mario Pérez

 

«LAS PINTURAS EN EL PUESTO» POR Kurt Hollander

 

La delegación Cuauhtémoc en la Ciudad de México, la zona más comercial y turística de la ciudad, que incluye el Centro Histórico y las ‘modernas’ e infestadas de gringos colonias Condesa y Roma, acaba de prohibir todos los rótulos, imágenes y textos pintados a mano que han brindado a los mercados locales, pequeños comercios y puestos de comida callejera un aspecto distintivo y auténticamente mexicano durante décadas, y que pueden verse como una continuación de los glifos prehispánicos y los artistas gráficos revolucionarios.

 

Cuando me mudé de Nueva York a la Ciudad de México en 1989, las historietas locales y las estridentes novelas gráficas tenían tiradas mucho mayores que cualquier revista brillosa, la cerveza y los cigarros seguían siendo mexicanos, los mercados locales vendían más comida que Walmart, y las quesadillas, tortas, esquites y otras delicias autóctonas preparadas en la calle se vendían más que las pizzas de Domino’s y las hamburguesas de McDonald’s. El diseño gráfico y las imágenes utilizadas para anunciar los productos locales aún eran pintados a mano por artistas comerciales conocidos como rotulistas.

 

En mis primeros años viviendo en la Ciudad de México, me sorprendió ver que los chilangos de clase alta y media menospreciaban el diseño popular (y los productos y comida que anunciaban), en parte porque era un elemento asociado con el paisaje visual de los barrios de clase baja. Para los mexicanos de clase media y alta, el diseño popular de la clase trabajadora, como los carteles de lucha libre y grupos de música tropical, así como los rótulos en los comercios pequeños, y especialmente los puestos de comida callejera, era considerado naco. El término naco ha sido definido como un indio en la ciudad (probablemente, la palabra sea el diminutivo de la palabra Totonaco, una civilización indígena en el centro de México), pero también se refiere al indio en la ciudad que ha adquirido los medios para alardear acerca de su nuevo y ostentoso estilo. El término naco también es utilizado por la clase alta para describir las expresiones comerciales brillantes y deslumbrantes de gráficos e imágenes en el espacio público de México que anuncian productos llamativos y baratos.

kurt hollander on mexico city's ban of all the colorful, hand-painted street stall signs

 

 

En 2007, armé y publiqué el libro El Super, una colección de productos de consumo mexicanos. Aunque muchos de estos productos se vendían en empaques no amigables con el medio ambiente, mostraban imágenes que no eran políticamente correctas y utilizaban ingredientes que están prohibidos en ciertos países desarrollados, los consumidores de clase trabajadora mexicana los adoptaron como propios, y se veían a sí mismos reflejados en las imágenes de las etiquetas, frecuentemente relacionadas a la cultura prehispánica. El Super fue un intento de documentación de imágenes que, al ensamblarlas, forman una identidad cultural más genuina que cualquier versión oficial o turística, una identidad que aún entonces se encontraba en peligro de extinción.

 

Más o menos durante la década siguiente, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) empezó a diezmar la autonomía alimentaria de México arrojando miles de toneladas de comida chatarra y productos procesados industrialmente a los mercados y restaurantes de la ciudad. La mayoría de los productos mexicanos que aparecen en mi libro han sido discontinuados, o, en el caso de la cerveza y los cigarros, ahora pertenecen a empresas multinacionales; sus logotipos e imágenes han sido rediseñadas por extranjeros con imágenes y tipografías generadas a computadora. Los rotulistas que pintan los nombres de los puestos de comida y diseñan imágenes seductoras de lo que se vende en los puestos de lámina blanca ubicados en banquetas, trabajan con la misma estética y técnica, pero los dotan de vida al pintarlos a mano.

 

Naco es el equivalente mexicano del white trash en Estados Unidos, y provoca la misma respuesta por parte de la clase intelectual. Naco es el opuesto cultural de la noción burguesa del buen gusto. El buen gusto es muy importante para la élite cultural mexicana, porque su imagen personal depende de cómo su vida se compara con las de los europeos u otros cosmopolitas refinados. La lucha de clases sucede a menudo entre la gente con buen gusto y la gente que le gusta la comida barata y rica. Así como muchos en las clases altas renuncian a cualquier vínculo sanguíneo con las antiguas culturas americanas, el naco también es una estética que hace estremecer a las clases altas cuando las asocian con México, porque creen que son habitantes de una ciudad moderna y cosmopolita.

kurt hollander on mexico city's ban of all the colorful, hand-painted street stall signs

 

Sin embargo, tras una inspección más cercana, el naco resulta ser todo lo que es auténticamente mexicano. La Ciudad de México, a diferencia de las principales ciudades en Estados Unidos y Europa, aún es en su mayoría una ciudad de clase trabajadora con raíces en la cultura indígena, y la comida y las imágenes globalizadas no han llegado a dominar todas las representaciones culturales y sociales. Las imágenes y textos pintados a mano de las calles de Nueva York fueron por mucho tiempo distintivos de los barrios de inmigrantes, creados por las oleadas de inmigración de Latinoamérica, Europa y Asia, pero empezaron a desvanecerse mientras yo crecía ahí, dejando a la ciudad sin su propia y auténtica estética.

 

A finales de los 80, el grupo de rock de la Ciudad de México Botellita de Jerez, proclamó por primera vez que «naco es chido», mientras que en los 90, la marca de camisetas más hip de la ciudad se llamaba Naco, y artistas nacionales e internacionales no solo copiaban la estética de los rotulistas, sino que incluso los contrataban para producir su obra. En estos días, sin embargo, pareciera que estos artistas comerciales de clase trabajadora han caído en desgracia y sus imágenes de la comida local y la cultura son vistas solamente como una molestia visual por las fuerza modernizadoras (léase globalizadoras) en la ciudad. El blanqueo de la imagen pública, que de ninguna manera mejora la salud y la higiene, es obviamente un borrado racista y clasista del imaginario naco en favor de turistas extranjeros y mexicanos de clase alta, justamente las personas que jamás comerían comida callejera en la delegación Cuauhtémoc por miedo a la revancha de Moctezuma.

 

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a rótulista on the street, 1994

kurt hollander on mexico city's ban of all the colorful, hand-painted street stall signs

 

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the paintings on the stall 4

 

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Kurt Hollander es originario del centro de Nueva York, pero vivió en la Ciudad de México más de 20 años. Es escritor y fotógrafo, y autor de Several Ways to Die in Mexico City (Feral House, 2013). Su libro de ensayos autobiográficos, From Downtown to El Centro, del cual fue adaptado este texto, se publicará en español por Turner Libros bajo el título Desde las entrañas.

 

Mario Pérez es un pintor y fotógrafo del sur de Texas. Durante el último par de décadas ha documentado el trabajo de rotulistas en ambos lados de la frontera, y especialmente en la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México.

 

project info:

 

texto: Kurt Hollander

fotografía: Mario Pérez

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