reciclaje + soluciones low-tech en 'mo de movimiento' en madrid

Ubicado donde una vez estuvo el teatro Espronceda de Madrid, el restaurante Mo de movimiento combina en su construcción soluciones de baja tecnología, artesanía local, reciclaje y reutilización de materiales. Se le solicitó al diseñador Lucas Muñoz la concepción, desarrollo y finalización del proyecto. Como resultado, implementaron una combinación innovadora de conocimiento vernáculo y baja tecnología. Los comensales son recibidos por dos enormes hornos de terracota hechos a mano, en cuyo interior corren tuberías de agua de cobre soldadas con plata. De esta manera, el agua se calienta a través de las tuberías utilizando el calor remanente del fuego de leña de los hornos. Luego, se almacena y se utiliza para diversas funciones del espacio.

todas las imágenes cortesía de Mo de movimiento

Javier Antequera y Felipe Turell, de Proyectos conscientes, encargaron a Lucas Muñoz a través de su galería representante en España, Machado-Muñoz, el diseño de su última apuesta gastronómica en Madrid, Mo de movimiento. El reciclaje, el up-cycling o, simplemente, el uso adecuado de los materiales para los fines correctos están en el corazón del diseño del restaurante. Como resultado, todos los elementos están concebidos para un ciclo de vida que incluye mantenimiento y reparación en su diseño, tomando el deterioro y la degradación como variables en el proceso.

La entrada de Mo de movimiento tiene un desayunador de terracota y un vestíbulo de espera. Mientras, una estantería modular ofrece productos de proximidad que también se pueden encontrar en la carta. Además, un enorme candelabro cuelga sobre este espacio, hecho a mano por Lucas Muñoz con tubos fluorescentes «muertos» recuperados, abrazaderas de cables eléctricos y placas de aluminio estándar. Asimismo, todas las sillas y mesas del restaurante fueron fabricadas con madera de pino recuperada del mismo espacio. El resultado es una continuación del proyecto Autoprogettazione de Enzo Mari, ya que toma su espíritu de bricolaje y código abierto al ofrecer los dibujos técnicos de forma gratuita a quien quiera hacer uno.

El espacio de la cocina se diseñó como un homenaje a la pintura Los halcones nocturnos de Edward Hopper. Con un interior revestido con una variedad de azulejos blancos sobrantes recuperados de los trabajos anteriores de Zimenta (la empresa constructora que desarrolló el proyecto). Asimismo, el espacio principal del restaurante tiene unos 25 metros de largo y 6 metros de alto. Adicionalmente, el techo presenta jarrones de terracota colgantes para la ventilación y lámparas de techo que se anudan con una cuerda a la malla. Un enorme patio de casi 300 m² es el corazón verde del restaurante, con nueve naranjos de más de tres metros de altura.

El patio se diseñó como un conjunto de hileras paralelas que crean espacios de pasillo divididos por bancos lineales. Estos bancos fueron realizados con tejas producidas in situ a partir de los escombros generados durante la demolición del espacio anterior. Además, tres grandes vigas paralelas cruzan la parte superior de este espacio abierto, entre las cuales se han instalado un techo impermeable y un sistema de sombreado retráctil.

En los baños, un lavabo central de ladrillo hecho a mano, diseñado por Lucas Muñoz y Tomás Miranda, divide el espacio. A los lados de este elemento se sitúan simétricamente seis cabinas sanitarias sin género, cada una de ellas completamente azulejado en blanco. Todos albergan una versión diferente de la lámpara de pared «490 g de tubería de cobre consumida por segundo en España» diseñada originalmente por Muñoz para su colección temporal en Machado Muñoz y multiplicada en iteraciones para este proyecto.