Capilla subterránea en México por Cabrera Arqs invita a personas de diferentes religiones

El estudio de arquitectura Cabrera Arqs, con sede en Mérida, ha realizado la ‘Capilla de la Tierra’, un espacio subterráneo de fe, situado en la península de Yucatán, México. Sin querer imponer un hito religioso en la zona, los arquitectos han diseñado la capilla como un punto de encuentro inclusivo para la comunidad, un lugar de reflexión, silencio y oración, en estrecho contacto con la naturaleza circundante.

imágenes cortesía de Cabrera Arqs

La capilla de la tierra de Cabrera Arqs se asienta en el límite entre un conjunto de viviendas rurales y un pequeño pueblo. El edificio se funde con el sitio, desapareciendo del paisaje inmediato, mientras actúa como un elemento de partición entre los dos desarrollos. Diseñada para tener una relación intrínseca con el entorno natural, la capilla es ecuménica y se extiende a toda la comunidad, que consta de miembros con diversas creencias religiosas.

Al llegar al sitio, los visitantes se encuentran inicialmente con una estructura de concreto que enmarca un largo pasaje en una pendiente no muy empinada. Escoltado por árboles de chaka, el camino se adentra en la tierra, con sus paredes expuestas siendo invadidas por texturas naturales y capas de tiempo. Una vez finalizado el recorrido, la capilla recibe a los visitantes con una losa de hormigón, que se extiende de lado a lado, como un avión que se asienta sobre los muros de piedra. Formada por bóvedas de medio punto, la losa hace una referencia conceptual a las iglesias y otras edificaciones coloniales de la zona. Los materiales de toda la estructura son rústicos, buscando siempre la relación más puntual con la naturaleza.

Dos filas de bancos estrechan el camino para enmarcar el espacio principal: el altar. Siendo la parte más importante de la capilla, el altar parece ser el final de una caverna con una bóveda abierta, creando una ventana al cielo. Aquí Cabrera Arqs ha incluido un cuerpo de agua, en referencia a los numerosos cenotes que se pueden encontrar en la región, gracias al particular subsuelo de la península. El elemento agua crea una sensación más intensa de aislamiento, proporcionando el espacio ideal para la auto-reflexión y la contemplación.

La capilla no tiene la intención de ser experimentada de una manera predeterminada, está diseñada para ser interpretada libremente por el visitante. Los visitantes están invitados a observarla como prefieran, dependiendo del momento, el clima, la luz y el tiempo. Sólo dos elementos se imponen en el contexto: primero, el ‘marco’ de la entrada que sirve como una reinterpretación del atrio, donde comienza el viaje hacia la capilla y donde el visitante comienza a separarse del entorno exterior. En segundo lugar, la ‘cruz’ a ras del suelo en el borde del vacío, que reinterpreta un cenote y se encuentra horadada en losas prefabricadas de hormigón que permiten identificar la capilla desde lejos.